A la hora de definir estrategias
para la venta, hay que tener en cuenta la diferencia que existe entre vender un
producto o vender un servicio. En general, los productos pueden clasificarse
principalmente en dos categorías: productos `tangibles' y productos `intangibles'.
Los primeros son bienes físicos que deben ser manufacturados, despachados y
entregados. Un libro, una tostadora y un teléfono constituyen productos
tangibles. Un bien intangible es todo aquello que no debe ser entregado
físicamente, pero que nos brindan un servicio, como por ejemplo un seguro, un
curso de formación, un viaje o en nuestro caso un proceso de selección.
A priori, podemos pensar que
vender un producto puede resultar más sencillo que la venta de un servicio. En
primer lugar, porque el tangible lo podemos tocar, inspeccionar y analizar, ya
a primera vista apreciamos sus virtudes y sus características; sin embargo,
cuando nos venden un servicio, ni lo vemos ni lo tocamos, situación que nos
puede hacer desconfiar o dudar a la hora de decidirnos finalmente por comprar.
Por esta razón, varios de los
aspectos fundamentales que deben tener en cuenta los vendedores para conseguir
éxito en la venta de un intangible son:
Está claro que estos tres factores señaladas
anteriormente, también hay que tenerlos en cuenta en la venta de un producto
pero quizás y debido principalmente a la dificultad que supone vender algo que
no es detectable a nuestros sentidos, hay que tenerlos especialmente en cuenta para
conseguir éxito en el cierre de la venta.
¿Estáis de acuerdo en afirmar
que vender un producto es más fácil que vender un servicio? ¿Qué estrategias
diferentes debemos utilizar en cada caso?